[artículo] in Boletín Oficial del Obispado de Bilbao > 640 (Abendua 2012 Diciembre) Título : | Boletín Oficial del Obispado de Bilbao. 640 (Abendua 2012 Diciembre) | Tipo de documento: | texto impreso | Fecha de publicación: | 2012 | Idioma : | Euskera (baq) Español (spa) | Clasificación: | Cristianismo Iglesia
| Clasificación: | TEO - Teología y pastoral Teología y pastoral | Nota de contenido: | Acabamos de comenzar el tiempo de Adviento, tiempo de desear, de esperar con esperanza. En estos tiempos duros, el mundo necesita más que nunca el anuncio de una esperanza cierta y fiable. En Belén, hace dos mil años, sucedió el acontecimiento que cambiaría definitivamente el curso de la historia. Es la “plenitud de los tiempos”, cuando Dios se inclina sobre la humanidad de tal modo que toma nuestra carne y asume en sí la condición humana con todas sus consecuencias: Dios hecho hombre, Dios con nosotros, el Emmanuel. Desde ese momento, la vida humana es tan extraordinariamente bendecida que le posibilita el cumplimiento de todos sus anhelos y deseos de ser amado de modo definitivo, de una vida eterna, de una felicidad que no se apagará jamás. Y esto es lo que anuncia el ángel a los pastores. Como relata San Lucas: “Había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo; hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,8-11). Este texto nos habla en primer lugar de los destinatarios del anuncio: son los pastores, es decir, la gente sencilla y humilde. La dureza y orgullo del corazón constituyen un obstáculo para recibir el anuncio de Dios. Este es enviado de modo singular a los pobres de los que nos habla la Escritura. En este tiempo de Adviento, debemos pedir al Señor que nos conceda esta humildad y sencillez de corazón. Que descompliquemos nuestra vida, vayamos a lo esencial, descabalguemos el orgullo y la soberbia que nos constriñe el corazón. Que nos hagamos pobres como el Señor; así nos dispondremos a acoger a Dios hecho niño en Belén, que quiere entrar en nuestra vida y hacer morada en nosotros |
[artículo] Boletín Oficial del Obispado de Bilbao. 640 (Abendua 2012 Diciembre) [texto impreso] . - 2012. Idioma : Euskera ( baq) Español ( spa) in Boletín Oficial del Obispado de Bilbao > 640 (Abendua 2012 Diciembre) Clasificación: | Cristianismo Iglesia
| Clasificación: | TEO - Teología y pastoral Teología y pastoral | Nota de contenido: | Acabamos de comenzar el tiempo de Adviento, tiempo de desear, de esperar con esperanza. En estos tiempos duros, el mundo necesita más que nunca el anuncio de una esperanza cierta y fiable. En Belén, hace dos mil años, sucedió el acontecimiento que cambiaría definitivamente el curso de la historia. Es la “plenitud de los tiempos”, cuando Dios se inclina sobre la humanidad de tal modo que toma nuestra carne y asume en sí la condición humana con todas sus consecuencias: Dios hecho hombre, Dios con nosotros, el Emmanuel. Desde ese momento, la vida humana es tan extraordinariamente bendecida que le posibilita el cumplimiento de todos sus anhelos y deseos de ser amado de modo definitivo, de una vida eterna, de una felicidad que no se apagará jamás. Y esto es lo que anuncia el ángel a los pastores. Como relata San Lucas: “Había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo; hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2,8-11). Este texto nos habla en primer lugar de los destinatarios del anuncio: son los pastores, es decir, la gente sencilla y humilde. La dureza y orgullo del corazón constituyen un obstáculo para recibir el anuncio de Dios. Este es enviado de modo singular a los pobres de los que nos habla la Escritura. En este tiempo de Adviento, debemos pedir al Señor que nos conceda esta humildad y sencillez de corazón. Que descompliquemos nuestra vida, vayamos a lo esencial, descabalguemos el orgullo y la soberbia que nos constriñe el corazón. Que nos hagamos pobres como el Señor; así nos dispondremos a acoger a Dios hecho niño en Belén, que quiere entrar en nuestra vida y hacer morada en nosotros |
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